No, fue mi respuesta automática; pero después de darle un par de vueltas más al asunto, terminó siendo un depende.
Siempre escuché que para convertirse en un buen escritor o escritora, y constituirse como tal de una manera genuina, se recomienda-además de la incesante práctica- consumir gran cantidad de obras literarias. Esto también se puede aplicar al cine; para lograr producciones audiovisuales genuinas, hay que consumir bastante de ellas. Con “bastante” no me refiero solamente de diferentes géneros, sino tanto películas comerciales y no comerciales, como éxitos y fracasos. Y no sólo verlas, sino también analizarlas (que es básicamente de lo que tratan la mayoría de los trabajos que nos mandan a hacer dentro de la UNA.) Sin embargo, dado que cuando uno todavía no tiene mucha experiencia, resulta mucho más fácil caer en errores, que en aciertos.
Puede que ver y analizar una “buena película” no sea suficiente para poder lograr el mismo objetivo. Por lo tanto, para reforzar ese conocimiento y entender mejor el papel que cada elemento cumple dentro del film, me parece interesante ver y analizar películas que, ya sea para el público o para la crítica, fueron “malas”. Porque al comienzo del aprendizaje, y tomando como ejemplo las películas con estructura clásica, uno puede que no comprenda del todo el efecto que cada uno de los elementos de este tipo de estructura produce en el espectador, y mucho menos sea consciente de los efectos negativos que produce la ausencia de alguno de ellos. Lo que nos lleva a no sentir necesidad de cumplir con, por ejemplo, que el protagonista y el antagonista sean activos y tengan objetivos claros.
En la vida nos pasa que tendemos a reconocer mejor los errores que comenten los demás que los que cometemos nosotros; y lo mismo ocurre cuando estamos frente a la obra de alguien más. Somos más críticos porque la obra es ajena a nosotros. Nunca se trata de no cometer errores sino evitar que estos lleguen a la versión final, y reservarnos esa misma rigurosidad con que podemos criticar obras ajenas para aplicarlas a las nuestras. El ver “malas películas” hace que uno viva en carne propia esos efectos negativos que provocan esos errores. Y si las analizamos, a lo mejor nos damos cuenta de que la razón por la que no nos gustó o nos pareció mala es, justamente, porque contenía los mismos errores que estaban presentes en nuestro proyecto.
Detectar nuestros errores es clave durante el proceso creativo, y tomar distancia de nuestras propias obras nos ayuda a ser más exigentes para lograr esto. Así que si tenemos la experiencia suficiente para reconocerlos y evitar replicarlos en nuestras propias obras, es probable que sí sea una pérdida de tiempo ver este tipo de películas. Ahora, si no es así, no estaría mal tomarse el tiempo para revisarlas, porque si no podemos detectar los errores en estas películas menos vamos a poder hacerlo en nuestras obras o proyectos.
Redacción: Bárbara Gómez.
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